¡Ah el cono norte! Luego que Crisálida Sónica rompieran los fuegos de la neo psicodelia y lo experimental por estos rumbos, fueron apareciendo otros cadetes que se apuntaban a defender la causa de la revuelta metamusical. Entre esos ilustres destacan la dupla informada por Orlando "Litty" Ramírez y Raúl Gómez bajo el nombre JARDÍN. Venían de participar del proyecto Disastrous Birth, con el primo de Chrs Galarreta, Raúl Privat, habiéndose conocido además en el Instituto Sonitec de La Victoria. Ya para el período 98/99 Jardín se desplazaba entre la Av. Perú y el Retablo de Comas cargando las intenciones de elaborar una música enfocada en lo sonoro. Alguna vez Orlando relató cómo solía alucinar con los motores de los buses en sus largos viajes a casa y toda la bulla alrededor. El 2001 la dupla sorprende con "Estación Sublunar", un CD publicado por el primer sello nacional de música experimental, Aloardí, en donde podemos escuchar ciertos guiños a Scorn ("El Cráter del Silencio") y principalmente una especie de tekno ambient amorfo y primitivo ("Cosifiq"). La escasez de artillería ad hoc había forzado a la dupla a ingeniárselas y el resultado no es otro que supremo, naif y psicodélico.
Para variar, la escena hizo oídos sordos a lo regalado por Jardín. Ello no hizo sino mantenerlos firmes en su ambición. Discos y conciertos fueron acaeciendo hasta que el año 2005 publican el que es para muchos su obra cumbre, "Maqui de Hierro" (reeditado por Buh Records el 2019 en formato LP). Aunque para da blog la exagerada mimesis, en los momentos más interesantes, con Esplendor Geométrico le resta carácter a la jornada. Con todo, recuerdo bien un concierto en el CCE dicha calenda, donde retumbaron el auditorio a guisa de percusiones exótico tribales en onda "Succour" (Seefeel) pero ambientados en una Amazonía pre-cámbrica. Un real lujo de concierto.
En Perú Avantgarde conmemoramos los 20 años del que es uno de los discos trascendentes de la vanguardia peruviana y os traemos la crónica realizada a JARDÍN por HÁKIM DE MERV aka John Pereyra el 2002. (WGA)
Por HÁKIM DE MERV
Extraído de la revista 69, año 2002
Casi transfigurados por la intensidad de sus directos, austeros en el desarrollo de sus performances, pero también sumamente prolijos/detallistas hasta que de aquellas muera el último sonido. Características intrínsecas a Jardín, célula avantgarde ubicada en los habitualmente marginados guettos electrónicos de nuestra raleada escena nativa, y perfilada como una de las propuestas más llamativas del momento.
Apuntando a direcciones más aridas/abstractas, y cada vez más libre de ataduras formales la música de Jardín invita a recorrer un mundo donde las sensaciones primarias y los procesos básicos de sinapsis tienen la complejidad de nuestros pajazos mentales más elaborados. Su semilla echa raíces a fines de 1998, Raúl Gómez (quien rescata la florida denominación de un antiguo conjunto punk en el que militó) y Orlando Ramírez venían trabajando, junto a Raúl Privat, en el proyecto Disastrous Birth. De este primigenio esfuerzo no quedan huellas registradas más que en maquetas privadas, pero esa primera tentativa daría frutos más tarde. Privat lanzaría a comienzos de 1999 el extended I (acreditado a Raúl P.R.I.V.A.T.), en tanto que la dupla Ramírez-Gómez se incorpora a Evamuss, proyecto unipersonal de Christian Galarreta, para la función de apoyo "en vivo". A este respecto, cabe resaltar su participación en la sesión que el solista diese para el programa radial 2001, conducido por Helen Ramos (posteriormente, el dueto volvería a dicho espacio en el rol protagónico).
Siempre conversábamos acerca de afinidades musicales. Y siempre llegábamos al punto de la experimentación. Cada uno tenía una forma de experimentar. Eso es importante. De pronto, hubo una identificación, porque Orlando ya se encontraba experimentando con sonidos, lo mismo que Privat y yo. Y en cosas diferentes. No teníamos una afinidad muy concreta por bandas o grupos. Nuestra afinidad estaba en el gusto por el sonido. (Raúl Gómez)
Decididos ya a escribir su propia historia a fines de 1999, Jardín graba su k-set debut de apenas 25 minutos. Tiempo suficiente para bosquejar un interesante discurso sonoro conciso en su extensión, minimal en su composición, mesmerizante en su ejecución, mistérico en sus resultados. Estación Sub-Lunar EP recupera referencias básicas para el ¿rock? de vanguardia. A saber, preclaros antecedentes del llamado post rock (Gilbert & Lewis), psicodelia de vieja -The Red Krayola, y una brisa a lo Astronomie Domine del Pink Floyd barrettesco, en La Danza del Sacrificio- y nueva guardia (80s-90s, aunque aquí parece tratarse puramente de coincidencias en el modus operandi), ambient opresivo (en Ice-La y Estación... no son pocos los visos al Daniel Melero de Recolección Vacía). Esto, sin dejar de mostrar accesos ocasionales del dark más denso y sepulcral. En una muestra de excelente buen gusto, el entonces dúo cuela un ataque epiléptico/paralizante en la ¿eléctrica?, muy en consonancia con las notas finales de Voodoo Dolly de Siouxsie and the Banshees.
Desde dentro, empero, la cosa se percibe menos influenciada - léase epigónica. "Raúl me propone trabajar sobre una base de tendencias muy propias, es decir, guiados por nuestros sentidos; y así improvisábamos, experimentábamos con todo lo que escuchábamos a nuestro alrededor", Orlando dixit.
Más de un año después, Jardín edita su puesta de largo, que, si bien repesca el nombre del extended precedente, no comporta una reedición -apenas han retomado la entrecortada Cosifiq y el tema título, integrados sin problemas al ideario del álbum-. Acotaciones al márgen, Estación Sub-Lunar (editado por Aloardi, la entonces naciente escudería de Galarreta) se convierte por mérito propio en uno de los discos más interesantes que alumbra la escena durante el ejercicio 2001. Porque, si bien todavía se manejan algunas variables de la cinta, el grueso del input de Jardín apunta a direcciones más radicales, recontextualizando (bueno, ¿cuán radicalmente?) a Raúl y Orlando: sound-writers, en vez de song-writers. Casi 40 minutos de un viaje a través del ruido blanco reinante más allá de la estratosfera. Pero los resultados, al revés de lo que ocurría con la cinta, ya no son mistéricos. Jardín muestra lo que antes solo insinuaba: la densidad de un agujero negro (El Cráter del Silencio), los ecos lejanos de un nervioso drum'n'bass adosados a largos pasajes de (in)armonía sideral (Yacutrip), o el viento cósmico que sopla en tus oídos (Hidrantes). Lo mejor, el excelente cosmic trip de Misha Luna, música clásica transmitida desde Alfa Centauro (sutiles los toques a lo Tangerine Dream) o desde la nebulosa de Andrómeda.
"Aunque siempre tendíamos a lo minimal, desde que estábamos con Privat ya había cosas que estaban dejando de ser experimentales. Porque de experimentos pasábamos a desarrollar una técnica. Y ya abordábamos las máquinas con una intención previa. Antes dejábamos que las máquinas nos guiaran, nos dijeran qué hacer, en cierta forma, según iban sugiriéndose las texturas. Así era al principio, y lo sigue siendo en cierta medida. Ahora, nosotros empezamos a trabajar con máquinas no porque hayamos pensado 'vamos a hacer música electrónica', sino porque era lo que teníamos a la mano. Buscamos el sonido, sea artificial o no. Es como un cuadro, no importa la brocha, sino el trazo" (Raúl Gómez).
No obstante el talento generosamente desplegado, el trabajo de Jardín no cosecha más que la unánime desatención de los medios "alternativos" de comunicación, situación inversamente proporcional entre el público consumidor del underground más caleta, donde el tándem iría haciéndose poco a poco de un nombre. Las escasas tocadas de este período -básicamente 2001- contribuyeron a ello, y es que en eso Jardín son excepcionales. Una vez posicionados frente a sus máquinas, el uno crea el sonido y el otro lo asume, no solo desde los aparatos, sino también emocionalmente. Es una conexión de estados mentales el que desarrollará ese primer intento de re-creación. Generalmente, es Raúl quien ejecuta la mayor parte de las performances, mientras Orlando trabaja sobre el indispensable procesamiento de frecuencias, dotando además de elementos adicionales al producto final.Por contraste, 2002 es el año en que Jardín abandona un riguroso invierno en cuanto a conciertos. En enero, el ingreso del guitarrista Alan Poma, procedente de La Saga (grupo punk con influencias de El Otro Yo), deviene a Jardín en trío y le imprime una mayor dinámica. Meses después, se publica tardíamente, La Confitería Es La Mejor De Las Religiones EP. Finalmente, hacia fines se incorpora como performer la drag queen Frau Diamanda, quien venía apareciendo ocasionalmente con ellos desde el año pasado. Todo ello constituye el soporte perfecto para que el ahora terceto tome un segundo aire y estreche la agenda de tocadas. Justamente un sonado directo, durante la primera presentación en el Perú del individualista argentino Luis Marte, les da el empujón definitivo.
"Yo vengo del lado más rockero, es por eso que muchas veces toco en una sola cuerda al estilo de Velvet Underground. Creo que el feedback, que es a fin de cuentas de lo que se trata nuestra música, me entró más por la influencia de Lou Reed. El Metal Machine Music fue para mí la mejor forma de entrar a Jardín. El kraut rock fue la inspiración total para seguirle dentro, Amon Düül fue la locura..." (Alan Poma).
En enero del 2003, Jardín retoma su andar discográfico merced a dos lanzamientos casi simultáneos. Prescindiendo del empaque plástico en favor de sobres de cartón con diseños abstraccionistas y muchos colores, (Demo 1) y Demo 2 certifican el sustancial giro efectuado por el trío. Ambos siguen a pie juntillas el método de creación e improvisación que ha abrazado el grupo. Nada que ver con la (notable) jornada del debut en largo Estación Sub-Lunar. Las percusiones machacantes que vertebran el esqueleto rítmico se muestran tributarias unas veces de Seefeel, y otras del Aphex Twin cosecha Classics, reduciendo el parecido con Experimental Audio Research y similares a anecdótica referencia.
En líneas generales, no obstante, es necesario admitir que son trabajos de transición, como corresponde a todo primer disco esencialmente de performances más que otra cosa. Para comprobar esta instancia, basta echarle una mirada a la irrelevancia en los títulos (como dando a entender que solo los ponen por cumplir) y notar el incierto aire de irregularidad que flota por cerca de dos horas. De elegir uno, nos inclinamos por el más arriesgado, el primero. 06-2002 (Parte 1) se mueve en ambientes psicodélicos, pero su pulsación, próxima al industrial, (res)guarda un feeling tribal muy fuerte, lo mismo que su acuático reprise 06-2002 (Parte 2). Sampleos, dub alérgico y borroso, arreglos de sugestiva cadencia, una guitarra hiriente que más asemeja un instrumento de percusión (Alan: "Cuando toca la guitarra no pienso que es una guitarra, pienso que es un instrumento para crear una intención, es como un martillo, lo puedes usar como martillo o como pisapapeles. En ese sentido, lo que me interesa no es el fin sino el proceso, hay algo entre que tocas la guitarra y el sonido que emite, no logro descubrir aún qué es, pero me interesa descubrirlo, es eso lo que me fascina a la hora de tocar, no saber exactamente qué cosa va a salir, pero si el proceso sale bien, sé que lo que va a salir me va a gustar"). (Demo 1), con todos sus errores de grabación (el lado izquierdo no se oye a ratos, los drops parciales le bajan unos cuantos puntos a la presentación), grafica las bondades de las sonoridades que mayor rango han alcanzado en el nuevo decurso de Jardín.
Demo 2, acaso derivativo de su par, prolonga la filia pseudo electrónica, que por momentos estalla totalmente liberada en un polirrítmico esplendor (03-08-2002), rodeado éste de una intimidante sensación de espacialidad ruidista. Los climas tensionales y retumbantes de esta segunda rodaja (que en Experiencia Auditiva N°9 recuerdan a la distancia a los góticos Death In June reafirman su condición de complemento respecto del (Demo 1). Los dos, en todo caso, provienen de un gigantesco bano de registros que aún no ha visto la luz. Los dos, igualmente, han sido editados bajo la debutante productora del grupo: la etiqueta Cuarto Azul, que recoge el nombre de esa suerte de taller de experimentación y creación colectiva en el que se dieron las sesiones para La Confitería... EP.
Teniendo en carpeta una invitación a tocar en el festival electrónico bonaerense Fuga Jurásica del presente año, junto con los shoegazers locales de Resplandor, el futuro inmediato de Jardín se muestra sumamente promisorio, mismo que, parece, van a aprovechar, ahora sí, al máximo. Bien por ellos.
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