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miércoles, 8 de diciembre de 2021

Les Modernes 5



...Se trata de un sitio de modernos, para modernos, que explota el poder de la marca Malasaña para sacar rédito simbólico y financiero. Al entrar en dicho lugar en una ocasión, me encontré con que la mayoría de los clientes pasaban de los treinta y los cuarenta, y algunos alcanzaban los cincuenta. A pesar de su edad biológica, se habían apropiado constelaciones propias del moderneo juvenil. Por entonces ya estaban de moda los gorros de invierno con pompón y se hacía extraño ver a señores hechos y derechos llevando un complemento tan asociado a la infancia. En este caso, personas de mediana edad eran estandartes de la cultura juvenil tradicional. Sin duda las residencias de la tercera edad en el futuro estarán llenas de raperos, heavies, rastas, hipsters y un largo etcétera, en lugar de la tradicional estampa de octogenarios jugando al mus. Poco a poco el abuelo moderno se está convirtiendo en un nuevo fenómeno social. Un tipo de anciano en el que prima la identidad: antes muerto que del montón. Esto sirve bien a la lógica capitalista que integra, así a las personas viejas en la vorágine de consumo, tradicionalmente reservado para los jóvenes.

Esto tiene varias causas. La primera es socioeconómica. Vivimos en un mundo inestable en el que todo cambia cada vez más rápido, entre otras razones, por la aceleración del desarrollo tecnológico. Eso de que un señor trabaje toda la vida para la misma empresa gracias a unas cualificaciones de su juventud ya no existe. El contrato indefinido es cosa del pasado y la inestabilidad profesional domina el presente. En España gran parte de los jóvenes (y no tan jóvenes) son incapaces de encontrar un trabajo y mucho menos de vivir solos; o lo hacen con sus padres o con compañeros de piso, algo que induce a representar el rol de adolescente o estudiante. Como dijo la legendaria actriz Frances Farmer: «Si te tratan como a un loco, te acabas comportando como tal». Sustituyamos «loco» por «adolescente» y explicaremos el fenómeno en cuestión.

También las relaciones sentimentales son más inestables. Últimamente, por ejemplo, muchas parejas se separan nada más nacer sus hijos, un fenómeno antes poco común. Parece que, en algunos campos, esta generación y las venideras no están tan capacitadas para el sacrificio que exige una relación larga. El hecho de separarse, además, no está para nada estigmatizado en relación con tiempos pasados y la propia proliferación del fenómeno hace que se haya normalizado completamente. Existen más tentaciones, menos estabilidad económica y una mayor variabilidad en las actitudes, gustos e intereses. Esto conlleva una falta de roles fijados a través de las relaciones familiares de larga duración y hace que muchas personas busquen otros modos de pertenencia. Por otra parte, el núcleo tradicional familiar ha dado paso a otras formas de interacción entre parientes, fundamentadas en roles nuevos y dinámicas diferentes a las tradicionales con una clara merma de la autoridad paterna.

...La última causa que quiero proponer es el fundamento consumista sobre el que se asienta el mundo actual. La sociedad de consumo es intrínsecamente seductora y potencia estilos de vida hedonistas. A su vez, las personas consumen más cuanto más aisladas se encuentran. Solteros y solteras tratan de salir a ligar, a conocer gente, se ponen guapos, van al gimnasio, se hacen tatuajes, van a la peluquería, a comprar ropa, salen a tomar copas, a cenar en restaurantes. Para la gente soltera el juego de la identidad es esencial. Siempre se dijo que los gays tenían una buena posición social por el hecho de no tener familias y poder gastar su dinero en otras cosas. El consumismo hedonista del moderneo hace que muchas personas de mediana edad quieran volver atrás y cultivar una identidad juvenil. En este sentido, hay dos tipos claros, los modernos de los noventa que se niegan a cambiar, y los que habían llevado una vida convencional y una vez llegada la crisis de los cuarenta han querido experimentar aquello que se perdieron. Domina un hambre de aventuras y experiencias intensas de la que carecían nuestros antecesores.

Por otra parte, actualmente se habla de otras transformaciones vitales antes desconocidas como la crisis de los veintipico o «quarterly crisis», que afecta a la transición hacia la vida adulta. Esta nueva crisis es producto de la precariedad laboral y del precio de la vivienda, razón por la que muchos jóvenes siguen dependiendo de sus padres. Todas las culturas han contado con ritos de iniciación a la madurez que sirven de umbral para definir una nueva identidad. Se dice a menudo que las culturas occidentales carecen de dichos mecanismos y que los jóvenes encuentran hoy especiales dificultades para adaptarse a sus nuevas vidas. Estas transiciones pueden generar mucha ansiedad. Muchos jóvenes emancipados cuentan todavía con apoyo económico de sus familias, ya sea parcial o total. Se da en España, además, una vinculación estrecha entre los miembros de la familia (especialmente con la figura de la madre), típica de culturas latinas. Esta dependencia de los hijos con respecto a sus padres interfiere en la adquisición de una madurez tanto moral como social. Esta situación continúa en muchos casos incluso a pesar del éxito profesional y la independencia económica. Sé, por lo menos, de dos funcionarios de alto nivel que rebasan la treintena y a los que sus padres les traen la «comida del mes» en tuppers desde sus ciudades natales. En contrapartida a estas ataduras familiares y a la precariedad económica que minan la identidad individual, existe una gran variedad de potenciales experiencias. Hay una superabundancia de oferta en las actividades que uno puede realizar y las personas que puede conocer...

Por otra parte, la cultura de masas vende juventud en todas sus formas. El culto a la juventud se funda en un apetito dogmático vinculado al poder apolíneo de la imagen visual. Quizás, en sí misma, la juventud no sea tan valiosa como parecen señalar los medios. Si lo pensamos, la juventud cuenta en realidad con muchas desventajas: sufrimientos causados por asuntos nimios, la indeterminación de la identidad, la falta de conocimientos, de sensatez y racionalidad, el ser presa de falsas ilusiones y expectativas, y un largo etcétera. Sin embargo, los y las modelos de los anuncios son guapos y jóvenes, al igual que actores, actrices y cantantes. Antes era algo llamativo que un músico bueno fuese joven al sacar su primer disco. Hoy en día el marketing se queda con la carcasa y no con el contenido. Se enfatiza cómo este u otro cantante tiene solo veinte años pero, ¿qué importancia tiene la edad de un artista si su música es una mierda? Este dogmatismo mediático enfatiza la imagen y desprecia los contenidos. Dicha filosofía es reproducida por grandes masas de personas carentes de actitud crítica que consumen productos asociados a edades tempranas y que tratan de procurarse juventud a través del gasto económico en todas sus formas.

De todo este hedonismo y amplitud de posibilidades surge una nueva libertad que otorga nuevas oportunidades pero que, a su vez, crea angustia existencial. Ya no se siguen al pie de la letra algunos de los mandatos de la cultura a la que se pertenece. Antes te casabas, trabajabas y aguantabas el resto de tu vida. El hombre desempeñaba una profesión y la mujer cuidaba de los niños y nadie ponía en duda esta distribución de funciones. Algo cuestionable pero también muy práctico. Dichas formas de vida nos recuerdan a la animalidad, que se conduce a través del mandato del instinto. 

Establecemos una analogía aquí entre los patrones culturales de acción y el instinto de los animales. La rígida estructura social del pasado, desvinculada de excedentes económicos, anulaba formas de pánico existencial y otorgaba una identidad inalterable a los ciudadanos. La destrucción de dichas estructuras crea una indeterminación identitaria que exige del individuo que decida quién quiere ser. En el pasado no había tantas dudas  ni escepticismo, pero tampoco libertad. Actualmente dichas formas estándar de conducta cultural se están resquebrajando por los cambios sociales, económicos y culturales promovidos desde un capitalismo global, más flexible y disperso. Las personas nos desorientamos y tratamos de perseguir vocaciones, placeres, aunque sin saber muy bien cómo. En este sentido, nos convertimos en eternos adolescentes que no saben lo que quieren, que no logran fijar su identidad de modo definitivo, que sufren con un proceso interminable de alienante crecimiento e indeterminación. No es de extrañar que busquemos pertenecer a grupos y subculturas como la del moderneo y así obtener estabilidad identitaria.

Por otra parte, esta nueva libertad está necesariamente mediada por el capitalismo. Quién soy se define por un estilo de consumo. El moderneo representa un consumo concreto, caracterizado por la importación, reciclaje y reinterpretación de viejos fenómenos, costumbres y actitudes; la reapropiación de productos estéticos, culturales y culinarios tradicionales. Al ser entendida como novedosa, dicha forma de consumo se está imponiendo en el mercado, apropiándose de un espectro de consumidores cada vez más amplio, en detrimento de formas de consumo más conservadoras. La idealización mediática necesaria para vender dicho producto se vincula a los valores objetivos de la juventud: la belleza, la adaptabilidad, la vitalidad. Se construye así un discurso con el que las personas aspiramos a identificarnos a cambio de formas de reconocimiento social. La alienación imperante en una sociedad tan desaforadamente consumista nos impone una conciencia juvenil de la que emanan toda una serie de conductas, actividades e imágenes a las que nosotros mismos damos cuerpo activamente.

IÑAKI DOMINGUEZ
Sociología del Moderneo
2017

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barbarismos

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El Comité empezó a ser acosado por la policía. Hipólito Salazar, que había fundado la Federación Indígena Obrera Regional Peruana, fue deportado. Urviola enfermó de tuberculosis y falleció el 27 de enero de 1925. Cuando enterraron a Urviola varios dirigentes de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo no pudieron asistir a su velatorio en el local de la Federación de Choferes, en la calle Sandia. El sepelio fue multitudinario. Los ejércitos particulares de los hacendados se dedicaron a quemar las escuelas que el Comité había abierto en diversos puntos del interior del Perú y persiguieron también a sus alumnos y profesores. Antes de la sublevación de Huancané de 1923, fusilaron a tres campesinos de Wilakunka solo porque asistían a una de estas escuelas. El año siguiente, durante una inspección que realizó a las comunidades de Huancané, el Obispo de Puno, Monseñor Cossío, constató la acción vandálica de los terratenientes que habían incendiado más de sesenta locales escolares. No contentos con quemar las escuelas que organizaba el Comité y asesinar a sus profesores o alumnos, los gamonales presionaron a las autoridades locales para que apresen a los delegados indígenas y repriman a los campesinos que los apoyaban. Entre 1921 y 1922, diversos prefectos y subprefectos perpetraron crímenes y atropellos. Hubo casos donde fueron los mismos gamonales los que se encargaron de asesinar a los delegados de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo. Domingo Huarca, delegado de los comuneros de Tocroyoc, departamento del Cusco, quien había estado en Lima tramitando memoriales, fue brutalmente asesinado. Los gamonales primero lo maltrataron, después le sacaron los ojos y finalmente lo colgaron de la torre de una iglesia. Vicente Tinta Ccoa, del subcomité de Macusani, en Puno, que fue asesinado por los gamonales del lugar. En agosto de 1927, la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo dejó de funcionar luego que, mediante una resolución suprema, el gobierno de Leguía prohibió su funcionamiento en todo el país. Gran parte de la promoción de líderes indígenas que se forjó con la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo engrosó los nuevos movimientos sociales que iban a desembocar en la formación del Partido Comunista y el Partido Aprista. Fueron los casos de Ezequiel Urviola, Hipólito Salazar y Eduardo Quispe y Quispe, que fueron atraídos por la prédica socialista de José Carlos Mariátegui; o de Juan Hipólito Pévez y Demetrio Sandoval, que se acercaron a Víctor Raúl Haya de la Torre y el Partido Aprista. En 1931, después del derrocamiento de Leguía y la muerte de Mariátegui, el Partido Socialista, convertido en Partido Comunista, lanzó la candidatura del indígena Eduardo Quispe y Quispe a la Presidencia de la República. HÉCTOR BÉJAR.

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realismo capitalista peruano, ¡ja, ja!

rojo 2

es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo

En tercer lugar, un dato: una generación entera nació después de la caída del Muro de Berlín. En las décadas de 1960 y 1970, el capitalismo enfrentaba el problema de cómo contener y absorber las energías externas. El problema que posee ahora es exactamente el opuesto: habiendo incorporado cualquier cosa externa de manera en extremo exitosa, ¿puede todavía funcionar sin algo ajeno que colonizar y de lo que apropiarse? Para la mayor parte de quienes tienen menos de veinte años en Europa o los Estados Unidos, la inexistencia de alternativas al capitalismo ya ni siquiera es un problema. El capitalismo ocupa sin fisuras el horizonte de lo pensable. Jameson acostumbraba a detallar con horror la forma en que el capitalismo penetraba en cada poro del inconsciente; en la actualidad, el hecho de que el capitalismo haya colonizado la vida onírica de la población se da por sentado con tanta fuerza que ni merece comentario. Sería peligroso y poco conducente, sin embargo, imaginar el pasado inmediato como un estado edénico rico en potencial político, y por lo mismo resulta necesario recordar el rol que desempeñó la mercantilización en la producción de cultura a lo largo del siglo XX. El viejo duelo entre el détournement y la recuperación, entre la subversión y la captura, parece haberse agotado. Ahora estamos frente a otro proceso que ya no tiene que ver con la incorporación de materiales que previamente parecían tener potencial subversivo, sino con su precorporación, a través del modelado preventivo de los deseos, las aspiraciones y las esperanzas por parte de la cultura capitalista. Solo hay que observar el establecimiento de zonas culturales «alternativas» o «independientes» que repiten interminablemente los más viejos gestos de rebelión y confrontación con el entusiasmo de una primera vez. «Alternativo», «independiente» yotros conceptos similares no designan nada externo a la cultura mainstream; más bien, se trata de estilos, y de hecho de estilos dominantes, al interior del mainstream.
Nadie encarnó y lidió con este punto muerto como Kurt Cobain y Nirvana. En su lasitud espantosa y su furia sin objeto, Cobain parecía dar voz a la depresión colectiva de la generación que había llegado después del fin de la historia, cuyos movimientos ya estaban todos anticipados, rastreados, vendidos y comprados de antemano. Cobain sabía que él no era nada más que una pieza adicional en el espectáculo, que nada le va mejor a MTV que una protesta contra MTV, que su impulso era un cliché previamente guionado y que darse cuenta de todo esto incluso era un cliché. El impasse que lo dejó paralizado es precisamente el que había descripto Jameson: como ocurre con la cultura posmoderna en general, Cobain se encontró con que «los productores de la cultura solo pueden dirigirse ya al pasado: la imitación de estilos muertos, el discurso a través de las máscaras y las voces almacenadas en el museo imaginario de una cultura que es hoy global». En estas condiciones incluso el éxito es una forma del fracaso desde el momento en que tener éxito solo significa convertirse en la nueva presa que el sistema quiere devorar. Pero la angustia fuertemente existencial de Nirvana y Cobain, sin embargo, corresponde a un momento anterior al nuestro y lo que vino después de ellos no fue otra cosa que un rock pastiche que, ya libre de esa angustia, reproduce las formas del pasado sin ansia alguna.
La muerte de Cobain confirmó la derrota y la incorporación final de las ambiciones utópicas y prometeicas del rock en la cultura capitalista. Cuando murió, el rock ya estaba comenzando a ser eclipsado por el hiphop, cuyo éxito global presupone la lógica de la precorporación a la que me he referido antes. En buena parte del hip hop, cualquier esperanza «ingenua» en que la cultura joven pueda cambiar algo fue sustituida hace tiempo por una aceptación dura de la versión más brutalmente reduccionista de la «realidad». «En el hip hop», escribió SimonReynolds en su ensayo de 1996 para The Wire :
«Lo real» tiene dos significados. En primer lugar, hace referencia a la música auténtica que no se deja limitar por los intereses creados y se niega a cambiar o suavizar su mensaje para venderse a la industria musical. Pero «real» también es aquella música que refleja una «realidad» constituida por la inestabilidad económica del capitalismo tardío, el racismo institucionalizado, la creciente vigilancia y el acoso sobre la juventud de parte de la policía. «Lo real» es la muerte de lo social: es lo que ocurre con las corporaciones que, al aumentar sus márgenes de ganancia, en lugar de aumentar los sueldos o los beneficios sociales de sus empleados responden […] reduciendo su personal, sacándose de encima una parte importante de la fuerza de trabajo para crear un inestable ejército de empleados freelance y demedio tiempo, sin los beneficios de la seguridad social.


MARK FISHER.

perú post indie

Haz el ejercicio de pasear una tarde por la plaza del Cuzco, siéntate a la vera de su fuente y distinguirás entre cuzqueños, entre las decenas de argentinos hippies (muchos realmente insoportables), unos cuantos chilenos y de esa pléyade de "gringos" -que vienen dispuestos a ser estafados, bricheados, etc-, a unos curiosos especímenes: los limeños.
Contrariamente a lo que creemos los hijos de esta tierra, lo primero que nos delatará será nuestro "acento". Sí, querido limeño, tenemos acento, un acentazo como doliente, como que rogamos por algo y las mujeres, muchas, además un extraño alargamiento de la sílaba final. Pero lo que realmente suele llamarme la atención es la manera como nos vestimos para ir al Cuzco, porque, el Cuzco es una ciudad, no el campo. Tiene universidades, empresas, negocios, etc. Siin embargo, casi como esos gringos que para venir a Sudamérica vienen disfrazados de Indiana Jones o su variante millenial, nosotros nos vestimos como si fuésemos a escalar el Himalaya. Ya, es verdad que el frío cuzqueño puede ser más intenso que el de la Costa -aunque este invierno me esté haciendo dudarlo- pero echa un vistazo a todo tu outfit: la casaca Northfake, abajo otra chaquetilla de polar o algo así de una marca similar, las botas de montañista, tus medias ochenteras cual escarpines, todo...
Y es que esa es la forma como imaginamos la Sierra: rural, el campo, las montañas, aunque en el fondo no nos movamos de un par de discotecas cusqueñas. Es decir, bien podrías haber venido vestido como en Lima con algo más de abrigo y ya; pero no, ir al Cuzco, a la sierra en general es asistir a un pedazo de nuestra imaginación geográfica que poco tiene que ver con nuestros hábitos usuales del vestido, del comportamiento, etc. Jamás vi en Lima a nadie tomarse una foto con una "niña andina" como lo vi en Cuzco y no ha sido porque no haya niños dispuestos a recibir one dollar por una foto en Lima, pero es que en Cuzquito (cada vez que escucho eso de "Cuzquito" me suda la espalda) es más cute. Ahora, sólo para que calcules la violencia de este acto, ¿te imaginas que alguien del Cuzco -Ayacucho, Huancavelica, Cajamarca o hasta de Chimbote- viniese y te pidiera tomarse una foto con tu hijita, tu sobrino, o lo que sea en Larcomar para subirlo a Instagram o al Facebook? ¿Hardcore, no?


FRED ROHNER
Historia Secreta del Perú 2

as it is when it was

sonido es sonido

sonido es sonido

pura miel

nogzales der wil

RETROMANÍA

"...Pero los 2000 fueron también la década del reciclado rampante: géneros del pasado revividos y renovados, material sonoro vintage reprocesado y recombinado. Con demasiada frecuencia podía detectarse en las nuevas bandas de jóvenes, bajo la piel tirante y las mejillas rosadas, la carne gris y floja de las viejas ideas... Pero donde lo retro verdaderamente reina como sensibilidad dominante y paradigma creativo es en la tierra de lo hipster, el equivalente pop de la alta cultura. Las mismas personas que uno esperaría que produzcan (en tanto artistas) o defiendan (en tanto consumidores) lo no convencional y lo innovador: ese es justamente el grupo más adicto al pasado. En términos demográficos, es exactamente la misma clase social de avanzada, pero en vez de ser pioneros e innovadores han cambiado de rol y ahora son curadores y archivistas. La vanguardia devino en retaguardia." SIMON REYNOLDS Retromanía

kpunk

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las cosas como son II

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