Salvaje, intenso y anárquico = Experimental.
Cuando aún no surgía la bosta indie tonteril y los noventas resonaban, Lima empezaba a ser asaltada por ruidistas y experimentales de todo calibre. Gente que usaba lo que sea para esculpir miasmas de alienación metamusical y que tenían en gente como Hecker, Merzbow o Massimo sus principales influencias. Una de las joyas que por aquel entonces arribaron a esta sucia urbe fue el primer disco del usamericano Kevin Drumm para Mego, el sello vienés del recordado Peter Rehberg con previa escala en el Rímac de Aloardi Discos.
4 tracks, en su versión original -"Turning Point", "Hitting the Pavement", "The Inferno", "Cloudy"-, succionados/extraídos de guitarras, pedales, micrófonos, loops de cintas y demás tratamientos. 4 cíclopes que testifican el poder de la música o mejor sea dicho del sonido como inhibidor y expansor de la consciencia. Tal es su paradójico carácter. Inhibe el caos subnormal societal, que anida cual pus en todos, al tiempo que empodera el des-orden cósmico. Somos solo hormigas buscando sentido en el charco del que podemos salir para avizorar lo divinal: infierno y paraíso son solo dos palabras para expresar lo innombrable, lo que ES.
La perfección, amigue, no la probarás en los mass media, ni en el super bowl o netflix, vete acostumbrando. "Sheer Hellish Miasma" de Kevin Drumm es música asesinando tu mente y sentidos viejunos. Esculpiendo otra realidad para ti ahora. No te cansarás de disfrutarlo. Clásico de una vida forjada en la avanzada. No hay dos como él en la escena del ruido electrónico y, lo sabes, vivirlo en tiempo real fue irreal.
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