Víctor Miranda Ormachea aka L-Ror es un artista characato que desde los 90 está trazando una carrera que lo ha llevado a integrar bandas de la escena arequipeña como Ruidósfera y Quilluya. Con los primeros incubó un sonido indie rocker de sombras post punk que los señalaba como una mutación entre The Pop Group y Sonic Youth; ya en los 2 miles y junto a José Jesús Villafuerte participó de Quilluya, un proyecto experimental que se adelantó a la fusión de sonoridades electrónicas y folklore andino, lejos, muy lejos, de lo que posteriormente harían los Miki Gonzalez y amigos. Hablamos pues de un referente de la escena de Arequipa quien continúa activo y diseñando discos de neo-classical, folk, idm, post-rock y de lo que le venga en gana explorar como buen amante del sonido y el riesgo. El pasado Abril publicó "The Presence and Absence of a Swerve Heart in the Birth of Evil" (Discos Astromelia, 2022), uno de esos secretos que el discurrir del tiempo descubrirá a los demás. A no ser que te guste llegar tarde puedes empezar a disfrutarlo ahora mismo.
¿Cuéntanos cómo inicia tu afición por la música alternativa?
Mi afición por la música en general aparece en mi temprana infancia, en casa mis abuelos, mis padres mis tíos y mi hermana mayor eran personas a quienes la música les resultaba muy importante en sus vidas, de modo que mis primeros recuerdos de niñez están siempre matizados con colecciones de discos y cassettes, mi hermana mayor era una beatlemaníaca y mi primer acercamiento al rock se dio allí, pero además tengo una tía que desde siempre escuchó música bastante ecléctica, en especial indie y rock alternativo, así que desde pequeño estuve familiarizado con bandas como Jesus and Mary Chain, R.E.M., Echo & the Bunnymen, Siouxsie and the Banshees, Talk Talk y cientos más, entonces llegada la pubertad y adolescencia, me encontré en plena efervescencia noventera, con más posibilidades y acceso a música no tan convencional, me hice fan de bandas como Sonic Youth, Flaming Lips, Pixies, Massive Attack, Portishead, Tricky, y para fines de los noventas (gracias sobre todo a Rockdelux y a Factory) ya estaba enterado de la escena post rock o de actos como Aphex Twin, DJ Shadow, Cornelius, Future Sound of London, etc. En general, además de melómano, siempre fui coleccionista, así que tenía un hambre inagotable por explorar sonidos, géneros y variantes.
Antes de participar en la formación indie rocker con ramalazos de post punk y no wave, Ruidósfera, de qué formaciones venías. ¿Cómo surgió Ruidósfera? Cuéntanos de esa experiencia.
Aunque por unos meses tuve un intento de banda con otros amigos, como a los 12 años, ya con 14, aproximadamente, me embarqué en mi banda de toda la vida, ahora llamada Ruidósfera, pero que inicialmente se llamó Exilio y tuvo un breve periodo de transición como The ExitOsos, los integrantes somos los mismos y si bien hemos tenido muchos bajistas, el actual es uno de los que participó con nosotros en los primeros años. Ruidósfera aparece en la primera mitad de los noventas, entusiasmados por el post punk, el rock progresivo (se crea o no), el new wave, el, aún no popularizado con ese nombre, indie rock y claro el, entonces en pleno auge, grunge. Los integrantes somos amigos del colegio y vocalista y baterista son primos, así que ya juntos habían intentado aventuras musicales en clave pop, pero mi intervención trajo un elemento que terminó dando personalidad a la banda; siendo que apenas podíamos ejecutar nuestros instrumentos, les presenté a mis amigos al rock subterráneo limeño, en donde no hacía falta casi ninguna destreza para crear música, esto nos dio el coraje suficiente para consolidar la banda, el nombre y lanzarnos a tocar en vivo, esta hibridación de elementos nos hizo, casi casualmente, ser la primera banda de rock alternativo en la ciudad. Con el tiempo Ruidósfera (al igual que sus denominaciones) fue evolucionando e incorporando distintas sonoridades a sus ideas, así lo primero que nos interesó (y hasta la fecha es emblema mío) fue el ruido, hicimos de Thurston Moore y de Lee Ranaldo nuestros héroes, luego nos aparcaríamos con la neo psicodelia (encantados con Mercury Rev o Flaming Lips), con el post rock de segunda generación (Sigur Ros, Mogwai, MONO), con el trip hop (aunque solo pude desarrollarlo en mi carrera solista) y todo ello solo a fuerza de amor a la música, porque en el fondo nunca aprendimos a tocar diestramente nuestros instrumentos, así que somos eternamente amateurs.
¿Cómo era la escena noventera de AQP?
Si hablamos de la existencia de música que pretenda explorar un poco más allá de lo convencional, la escena era pobrísima, únicamente resaltaron TV 67 (crossover metal a lo Faith No More), Fobya (que al fin postulaba al sonido gótico y post punk como una realidad en Arequipa) y hacia fines de la década Chaska (la primera banda de metal radical y folk de la ciudad); eso sí casi llegando al nuevo milenio se empezó a gestar un movimiento que removió a la ciudad, la electrónica experimental, que tuvo como precursor indiscutible a José María Málaga (aka Fiorella 16).
Evidentemente, en circuitos un poco más formulaicos, existía toda una movida en desarrollo, especialmente en el metal, que tuvo desde fines de los ochentas hasta mediados de los noventas un apogeo dominante, al punto en que era común ver a varias bandas de metal extremo participar en verbenas en las universidades o colegios, en concursos y en conciertos en general. También el punk cobró público y notoriedad, siendo en todo caso un aspecto curioso que (pese a su popularidad mundial) el rock alternativo o el grunge, apenas tuviesen representantes en Arequipa, contadas bandas como Distorsión, Karma o Cartoons, tomaron aquel sonido, pero en realidad en la ciudad el fenómeno musical por excelencia de los noventas, pasó casi desapercibido para las mayorías, prueba de ello es que hacia fines de la década, una manifestación sorpresiva del pop pachanguero logro repercusión en todo el sur del Perú. Digno de estudio sociológico.
¿Qué nos puedes expresar de tu experiencia en Quilluya?, cuyo sonido electroandino se apartaba con mucho de lo que luego ha sido el neo folklore electrónico.
Conocí a José Jesús Villafuerte (aka “el kid”) en el 2001, yo apenas empezaba con mis rudimentarias composiciones electrónicas personales, pero él tenía elaboradísimos trabajos que según su visión estaban a medio camino, a mí me pareció extraordinario lo que Kid tenía entre manos, así que mi primera función fue la de convencerlo de presentar su trabajo, me ofrecí a hacer un poco de ruido con la guitarra y finalmente aceptó. Las primeras presentaciones fueron como Quilluya vs. L-Ror, pero al ser la música de Kid la dominante, solo me incorporé a su sonido, luego un amigo nos apoyó en la percusión y como trio empezamos un camino de 2 a 3 años, en tal formación, llegamos a grabar y editar dos mini discs, cuyo empaque era esmerada y artesanalmente elaborado por Kid - por lo que hay limitadísimas copias, de hecho ni yo tengo copias de las ediciones físicas. En cuanto a su sonido, Quilluya se decantaba por el lado más rabioso de la electrónica, big beat, jungle, drum’n’bass y hasta ebm o metal industrial todo ensartado de manera violenta con cánticos ceremoniales cuasi tribales o parsimoniosas texturas andinas, hibridadas de forma agreste y chocante incluso, precisamente lo contrario de lo que hace el neo folk electrónico.
¿Cómo eran las tocadas y performances con Quilluya, hubo algún feedback de la escena o medios?
La idea de Quilluya también era performática, de modo que los conciertos se convertían en shows con bastante teatralidad, nos pintábamos las caras, solían haber pagos a la tierra, escenificaciones ceremoniales, bailes takanakuy, y sobre todo mucha violencia al interpretar, los temas por lo general pasaban del fortissimo al pianissimo e implicaban arrebatos de velocidad y ruido, que siempre culminaban con la destrucción de los monitores de la computadora, esos viejos y voluminosos monitores que se usaban a inicios de los dos miles, además de teclados golpeados contra las mesas o el piso y teclas volando por todas partes, era una total catarsis participar en ello y definitivamente contribuyó a que la banda tuviera repercusión hasta en Lima. En el 2002 ya habían medios escritos y digitales hablando de Quilluya, y llegamos a hacer una minigira a la capital tocando en La Noche de Barranco y el Yacana en el centro, ambos conciertos salieron muy bien y creo que asistió buena parte de la movida electrónica limeña, incluso Kid fue entrevistado por Helene Ramos, quien le dijo que su música era “one in genre”, pero creo que todo fue cuesta abajo cuando apareció el primer disco electrónico de Miky Gonzales, que fusionaba folk con electrónica, pero de un modo lounge, sin embargo Kid sintió que de alguna manera su idea fue vapuleada y presintió que el género se volvería en un lugar común, además tiempo después pasó a vivir en Lima y Quilluya como trío desapareció, aunque Kid, prosiguió haciendo música de forma eventual. En los últimos años, en dos o tres oportunidades nos hemos reunido en Arequipa y hemos tocado juntos.
Desde hace ya algunos años vienes construyendo una carrera en modo solista en donde congregas sonidos de distintas corrientes. ¿Qué te impulsa a seguir creando a pesar de lo ingrato que puede ser el medio con los músicos de nicho?
En realidad siempre he tenido muchas ideas e ímpetus de hacer músicas de muchas vertientes, pues me considero melómano y no le hago ascos a ningún género, y dado que con mi banda no era posible ejecutar variantes muy ajenas a sus coordenadas sonoras, busqué agenciarme posibilidades, como solista e incluso con formaciones experimentales (algunas sostenidas hasta la fecha), Guitarrorists, Modistos Modestos, Panda de Vidrio, HadaxReciclhadax, y otras, pero una de las que más me emocionaba era el Coro Polifónico Atonal Consonante, que consistía en un cuarteto mixto de voces filtradas con pedaleras, en un intento profano de un conjunto coral hecho por gente que no sabe cantar, además ataviados con aparatosas cajas de cartón en el cuerpo y la cabeza, haciendo temas propios y covers de Kraftwerk, Locomía o Diamanda Galas, solo con las voces.
L-Ror, sin embargo, ha sido mi primer proyecto paralelo a Ruidosfera y como solista, desde el 2001. Inicié haciendo ruido, solo con pedaleras y la guitarra, pero siempre busco otros rumbos, así que pronto aprendí un poco a usar las computadoras, a grabar artesanalmente, a ejecutar en algo el teclado, y ya estaba incursionando en el trip hop, el ebm, el glitch, click and cut, techno industrial, etc., además hace unos años me reconcilié con la guitarra acústica y decidí hacer algunos temas en clave freak folk lo fi, que convertí en un EP llamado “Ending”, y desde 2018, entusiasmado por una serie de compositores contemporáneos que venía escuchando (y a quienes considero más arriesgados que muchos rockers internacionales) me propuse hacer un disco de neo classical, a mi modo por supuesto, pues no tengo formación académica y de hecho ni siquiera soy un gran ejecutante de ningún instrumento, pero soy constante y paciente, así que pieza a pieza fui edificando mi último álbum. El advenimiento de la pandemia y el aislamiento me vinieron como anillo al dedo, pues al fin tuve espacio y tiempo para dedicarme por completo a culminar mi disco. En el 2020, tuve listo “The Presence and Absense of a Swerve Heart in the Birth of Evil”, pensé en simplemente lanzarlo en plataformas, pero gracias a José María Málaga contacté con Camilo Uriarte del sello Discos Astromelia y con año y medio más de paciencia, y muchas masterizaciones de por medio, al fin se pudo editar en físico el álbum.
En cuanto a seguir creando, es más que nada un impulso, amor a la música y amor a crear sonoridades, nunca me pongo a pensar en lo grato o ingrato del medio, de hecho soy bastante incrédulo respecto de la repercusión que pueda obtener, así que siempre pienso que hago música e incluso publico discos como un capricho personalísimo.
Recomiéndanos de tu discografía el disco al que más cariño le tengas.
Aunque voy a caer en el cliché, definitivamente el disco al que más apegado estoy es el último, “The Presence and Absense of a Swerve Heart in the Birth of Evil”, que más que un trabajo pretencioso, es mi representación de cuan meticuloso y detallista puedo ser para un trabajo, además me agrada la idea de que en realidad no tengo ni idea de composición académica, ni de lectura de partituras, y he querido agregar algo de eso a la esencia de las piezas, y por ello hay momentos muy noise, con todo, aún tengo en mente presentarlo con una pequeña orquesta.
¿Cómo ha variado el panorama musical en Arequipa y el Sur del Perú todos estos años?
Podría decirse que recién desde fines de los ochentas hay una escena en la ciudad, pero no podría decir que hay grandes cambios, me parece que si bien hay buenos músicos en la ciudad, y cada vez más bandas y proyectos, hace falta un poco de curiosidad y riesgo para aventurarse por otros caminos, las cosas en Arequipa y en general en el sur, siempre han sido bastante conservadoras, y dentro de lo que conozco hay pocas excepciones a ello. Supongo que es más complicado incluso que en la capital, pues no hay locales donde tocar y el público es realmente reducido, pero también se trata de estar abierto a la música, a las tendencias incluso, a aquello que pareciera muy extraño, pero que puede ser realmente genial. Eso sí hay más profesionalismo y diversidad.
¿Cuál crees que podría ser el futuro de la música independiente?
Creo que a nivel global las cosas ya se han definido y la música independiente tiene en claro que va dirigida a nichos específicos, a veces muy pequeños, creo que a estas alturas ya todos deberíamos haber despertado del sueño de querer ser rockstars y vivir de la música rara que hacemos, supongo que lo que nos queda es vivir vidas más o menos normales y procurar darnos el espacio para crear, no para nadie, sino para nosotros mismos.
Planes futuros y palabras finales.
Estoy a medio camino con mi siguiente disco, tengo ya temas grabados, aún quiero explorar la contemporary classical, pero esta vez desde otras perspectivas y luego de ello creo que volveré un poco al rock experimental y al folk, con suerte mi próximo disco llegará a fines del 2023, también hay planes con mi banda Ruidósfera que espero se concreten. Agradezco tu espacio Wilder y te felicito por tu constancia, prodigalidad y sentido del riesgo con tu música, creo que esa es la actitud que hay que tomar frente a las cosas.
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