La lección del minimalismo devenido maximalismo dictada por pastrulos de Austin, Texas.
Publicado en 1997, el tercer opus de Stars of the Lid llegó a Lima hacia las postrimerías de los 90. Se trata de un ejercicio de drone ambiental manufacturado a base de guitarras y pedales de efectos que hechizó a más de uno en la escena de esos días. De tonalidad oscura, etérea y abisal se siente como ingresar en abismos espectrales mientras te percatas que el tiempo y tus seguridades son aniquiladas en un disco de post-rock que te perseguirá hasta más allá de la muerte.
Lejos de las armonías celestiales de Windy & Carl o Brian Eno, la dupla yanquee, Brian McBride y Adam Wiltzie, entregan en este hito del post rock lunáticos ritornelos que señalan a Talk Talk, David Lynch -"Music for Twin Peaks # 30, Part I y II"-, Labradford o Henryk Górecki. Debes escuchar este disco solo si estás dispuesto a olvidar la maraña de pre conceptos que tienes sobre cómo debiera ser el pop y la música. El sonido no necesita ninguna justificación y eso es algo que todo post-rocker y creador sabe. De esta guisa cada filamento de "The Ballasted Orchestra" (Kranky, 1997) resonará en tu mente como si asistieras a una operación a tajo abierto en tu propia cabeza. Y créeme será tan real como tu mejor chutazo.
Hay territorios y fantasías que están ahí, solo esperando que te quites la venda de los ojos. Melóman@, la hiperrealidad más allá de Björk, Chemical Brothers o Arca es sublime. 25 años después y el tercer álbum de estos capos refulge tan arriesgado como lo vivimos en los 90. Lo sé, empezarás a sentirte pequeño ante la majestuosidad de estas músicas y esto será la señal de que vas por la senda indicada hace milenios, a saber, "el manjar de los Dioses", "la cultura no es tu amiga".
Mis favoritas "Sun Drugs", "Music for Twin Peaks # 30, Part II", "The Artificial Pine Arch Song", "Fucked Up (3:57 AM)".
Wilder Gonzales Agreda.
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