Grita Lobos! es un acto de electrónica alterna en formato canción que viene publicando desde el año 2012, siempre en la escudería limeña A Tutiplén. En su sonido podemos sentir cierta aura dark reverberando hondo cual aleación entre Front 242, Depeche Mode, Yello, Chris & Cossey y Lisa Gerrard. Sorprendentemente Grita Lobos! utiliza, principalmente, plug-ins y sintetizadores virtuales para confeccionar su música. En "Aínbo" (A Tutiplén, 2022), destacado por diversos medios de la región y por Perú Avantgarde en el top anual, percibimos una estética madura en las canciones electro oscurantistas. De temática feminista y (algunas) piezas cantadas en lengua shipiba, hablamos de una obra que invita a explorar las fibras de tu inconsciente a través de sonoridades mesmerizantes, ecos y reverberaciones. Las colaboraciones con Silvana Tello, La Zorra Zapata, Silvia Ricopa, Ati Lane, Olinda Silvano y Budapest, terminan por apuntalar un disco que congrega misticismo, riesgo y sigilos de otros tiempos.
¿Qué sintes y aparatos usas para confeccionar tu sonido?
Para “Ainbo” usé un sintetizador Yamaha CS1x y alrededor de 20 sintetizadores virtuales. Los VST que más usé fueron Vanguard, Arturia, Moog, Juno, Wavestation, Korg y Jupiter. Hice las canciones corriendo los VSTs por Nuendo 3 en una laptop Toshiba Satellite del año 2007. Fueron discos vintage en software y hardware. Las colaboras usaron sus propios instrumentos: loop station Boss, theremin Moog, etc
Para los discos anteriores se usaron también guitarras eléctricas, un yembé y un mellotrón.
¿Por qué haces música?
Porque me siento libre, mi mente se desconecta, me trasporta a otras dimensiones, me divierte. El bienestar es total.
¿A qué refiere/alude el nombre de tu proyecto?
Grita Lobos es una playa caleta en Ancash. Me gusta porque suena fuerte y me identificaba con el momento (año 2010), que es cuando decido lanzar música sin mostrar mi identidad.
¿Cuáles dirías que son los discos (o artistas) que te rompieron el cerebro?
Son muchos. Como influencia para Grita Lobos están discos que dividiría en tres etapas.
De adolescente me rompieron el cerebro Speak & Spell (Depeche Mode), Upstaris at Eric´s (Yazoo), Oh no! It´s Devo (Devo), That Total Age (Nitzer Ebb), Front by Front (Front 242), Substance (New Order), Clan of Xymox (Clan of Xymox) y Non-stop erotic cabaret (Soft Cell).
En la Universidad me marcaron Mezzanine (Massive Attack), Maxinquaye (Tricky), Radio-Aktivität (Kraftwerk), Dig your own hole (The Chemical Brothers), Homework (Daft Punk), Selected Ambient Works Vol. 2 (Aphex Twin), Incunabula (Autechre) y Music for Airports (Brian Eno).
En los últimos años me pasaron de vueltas Luxury Problems (Andy Stott), Hymn to Moisture (Rrose), Anthology of Interplanetary Folk Music Vol. 2: The Canon (Craig Leon), From here we go sublime (The Field), Kelly Lee Owens (Kelly Lee Owens), Street Horrsing (Fuck Buttoms), Ghost Culture (Ghost Culture) y Song for Alpha (Daniel Avery)
Si tuvieras que escoger un disco de Grita Lobos! por el que se te recuerde, ¿cuál sería?
“Ainbo” porque el último siempre va a reflejar lo que más me gusta. Si esta pregunta la respondía dos años atrás hubiese dicho “Katalaxia” o el primero antes del 2016.
Tu visión de la escena peruana actual.
La música de sonidos libres y experimental, se sigue haciendo de puta madre. Pero los espacios son extremadamente reducidos. Tenemos que hacernos escuchar fuera del país. La escena independiente y sobre todo la de vanguardia siempre es minoría en cualquier lugar. Pero acá es algo microscópico. El latin-pop de los primeros 2000 mandó a la mierda todo lo que no sea cumbia, salsa, urban, reggaetón etc. Incluso el rock y el pop peruano más popular, me suena en su mayoría aburrido y nada original.
¿Hacia dónde sientes que se dirige la música en términos generales?
Los ritmos del latin trap, eso que muchos llaman todavía reggaetón (que es otra cosa) van a quedar por muchos años, lo cual se siente en alguna medida en prácticamente todos los géneros. Pero no creo que dure décadas como estilo mainstream que vaya a dominar el mundo, como lo hizo el rock entre los 60 y los 90s, o el hip-hop en los primeros 2000s. Su reinado será corto. Pero ya abrió EEUU y Europa al sonido latino de modo masivo. Por ahí iremos.
Igual el espíritu inconformista de ese gran universo que llamamos rock seguirá ampliando las fronteras de la música, además de mezclarse y reinterpretar todo lo que salga de otras direcciones. Como tendencia, así como seguimos en un revival del synth-pop ochentero, posiblemente en unos años se regrese masivamente a las guitarras ácidas de los 90s.
¿Depeche Mode o Front 242?
Sin duda Depeche Mode. El inicio de “Dreaming of Me” del Catching Up, escuchándolo solo, en primero de media del colegio en un caset mal grabado, a las siete de la noche en un invierno en casa de mis padres, me convirtió en otra persona. Ahí empecé la exploración y disfrute que sigo hasta ahora. Pero no escojo Depeche Mode por el cariño que le pueda tener al haber cambiado mi vida. Front 242 tiene muchas canciones esenciales para mí, pero Depeche Mode tiene tremendos discos completos. Front 242 tiene varias canciones que me aburren.
Tu último release, “Aínbo”, ha sido destacado por diversos órganos entre lo mejor del 2022. ¿Cómo se gestó, qué nos puedes contar sobre las colaboraciones y, finalmente, cómo es tu proceso de composición?
En el 2018 conocí la historia de Utako Okamoto. Ella fue una científica japonesa que descubrió en los años 50 el ácido tranexámico para tratar la hemorragia posparto. Fue ninguneada por los científicos hombres de su país. Los obstetras japoneses no aceptaron probarlo y sólo varias décadas después se convirtió en un fármaco de la lista de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de medicinas esenciales. Ella falleció antes de que se acaben los estudios que comprobaron que tuvo razón. Hoy su descubrimiento salva la vida de millones de mujeres, pero pudo haber salvado más vidas mucho antes si no fuese por el machismo.
Conocí esa historia mientras descansaba luego de estar probando sonidos en los VSTs. Me conmovió. Ahí empezó a formarse el nuevo álbum. Cada canción responde a una mujer excepcional.
'Aínbo' significa 'mujer' en shipibo-konibo. Eso es también un agradecimiento a Olinda Silvano y Silvia Ricopa, quienes cedieron sus voces para dos canciones en su idioma materno. Las conocí luego de escuchar “Los Cantos del Kené”, un disco que recopila canciones de las shipibas cuando pintan sus mantas tradicionales.
También fui contactando durante la cuarentena del Covid-19 a La Zorra Zapata, Ati Lane, Silvana Tello y Budapest, quienes aceptaron dar forma a las canciones cuando eran aún un amasijo de sonidos irreconocibles. Las trabajamos a distancia. Solo con Silvana Tello coincidimos en el estudio Dragoverde de Eddie Plenge para la grabación de sus voces y theremin.
Mi proceso inicial de composición empieza usualmente en las noches de los fines de semana, en los que me aíslo por horas a buscar sonidos, distorsionarlos, generar loops hasta ir armando piezas que pueden tener vida propia. Me ha tomado cinco años pasar del primer disco al segundo y de éste al tercero. No es que me pase trabajando en éstos los cinco años seguidos. Son espacios que no programo y que aparecen de pronto, donde tengo la cabeza y el espíritu para crear. A veces han pasado meses sin retomar lo que serían luego las canciones del siguiente disco.
Ya con los tracks al 90% paso a las eventuales colaboraciones y a mezclarlo en estudios profesionales. El primer disco lo mezcló Eniac51 y los dos siguientes los mezcló Eddie Plenge
Planes futuros.
Ya estoy pensando en el cuarto álbum. Pero ese proceso podría tomar otros cinco años. Lo único que tengo claro es que no se parecerá a “Aínbo”, ya sea porque se incline para ritmos más amables o porque acabe sin ritmo alguno como puro ambient.
Mil gracias por la entrevista loko. Saludos desde el cono norte de Lima.
Gracias a ti por la entrevista. Un placer contestar tus preguntas. Sería de la puta madre regresar a tocar en vivo y hacerlo en el cono norte de Lima.
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