Autechre es probablemente el único grupo en el mundo que puede hacer que el ruido extremo y terrorífico de Merzbow suene positivamente entusiasta. Al menos Merzbow está desahogando su rabia (por más inarticulada que sea) contra algo; la música de Rob Brown y Sean Booth representa uno de los entornos más herméticos que jamás haya encontrado.
Al igual que con Aphex Twin, sus palabras inventadas que sirven como títulos de canciones muestran una negativa a comunicarse con nadie más que ellos mismos. Esta capacidad de vislumbrar el mundo al borde de la reclusión es una inversión de la forma en que ha funcionado la música popular hasta ahora: la música como vehículo para descubrir el cuerpo; como medio para expresar de alguna manera lo inefable o al menos lo incómodo; como una forma de aprehender emociones confusas y arremolinadas, como una insignia de membresía para un organismo social. En lugar de invitar al mundo a los dolorosamente tímidos, los confundidos y los privados de sus derechos, Autechre y los de su calaña casi obligan al público a retirarse.
Quizás es por eso que “Tewe”, uno de los ejemplos más sorprendentes de tecnoorientalismo, es tan efectivo: son capaces de fusionar elementos del Medio Oriente con su propio mundo sonoro retorcido sin tener en cuenta ningún idioma que no sea el suyo. Las máquinas que se mueven y se mueven y el ruido del sistema se convierten gradualmente en exóticos instrumentos de cuerda a medida que extraños dispositivos de percusión emergen de una matriz de osciladores fibrilantes. En otros lugares, agradables obbligatos de sintetizador se convierten en trinos parecidos a sirenas mientras una cítara sampleada se eleva desde el mosaico esquemático de patrones de batería rígidos y obtusos en "Cipater", oscuras y siniestras elegías de cuerdas e instrumentos de viento dominan los filamentos de estática en "Hub", y desnaturalizados ritmos se desvían por sus propias tangentes en todo momento. A diferencia de "Tri Repetae" de 1995, "Chiastic Slide" apenas hace un guiño a la noción de ritmo. La cruda insistencia de los ritmos de "Tri Repetae" lo hacía dolorosamente nervioso e inquietante. El nuevo álbum es un poco menos tenso, pero no menos escalofriante.
PETER SHAPIRO
The Wire, 1997
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