Por REBECA DIZ
Extraído de "Hildebrandt en sus trece". Originalmente publicado como "Lévano con nuevo perfil"
César Lévano vive en el Rímac, en la misma casa de tres pisos que levantó junto a su amada Natalia hace más de 50 años. Desde que murieron su esposa y su hijo Rainer, Lévano se instaló en el primero y allí vive rodeado de sus libros. Sus únicos muebles son un escritorio repleto de recortes y periódicos, un par de viejas sillas y una cama. No se queja. Se curtió en las cárceles de El Frontón y el Panóptico, a donde fue a parar en varias ocasiones en los años 50 por comunista y defender los derechos de los trabajadores. No se arrepiente de nada. "Lo volvería a hacer", dice.
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Poco han cambiado las cosas...
- Han empeorado. En el libro que estoy preparando, "Historia del movimiento obrero", se ve que a principios de siglo, exactamente en 1955, un obrero peruano,un textil, podía comprar con el salario del día siete kilos de carne. Está la lista de precios en un artículo publicado en el periódico anarquista "Los Parias". ¿Qué obrero puede comprar ahora siete kilos de carne con un sueldo mínimo dividido entre 30 días?
Usted no claudica...
- No, salvo las pausas de cuando me alojaron en hoteles de cinco estrellas como El Frontón, El Sexto, la penitenciaría...
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Fue muy amigo de varios de los mejores compositores e intérpretes de la música criolla que ha habido en el país. Pablo Casas, Alicia Maguiña o Manuel Acosta Ojeda, por ejemplo. ¿Cómo influyo eso en su vida?
- Yo crecí y viví en un callejón que aún existe (jirón Mapiri) hasta que tuve 30 años. En ese callejón se escuchaban muchas serenatas. Ahí llegaban andinos y se escuchaba la buena música andina. Fue un bautismo temprano. Y después, con la música clásica tengo una anécdota muy interesante, creo. Yo entré a trabajar en un momento de mi adolescencia como ayudante de un sastre cuyo negocio estaba en la calle Pileta de la Merced. El taller estaba en un segundo piso que colindaba con un cine y el sonido de las películas se escuchaba en la sastrería. ¿Y qué estaba de moda en ese momento? "Fantasía", de Walt Disney. Fue la primera vez que escuché a Bach. Me impresionó por la belleza. ¡Yo qué sabía ni quién era Bach!
Estamos hablando de cuando usted tenía 14 años...
- Sí, 13 o 14. Yo en mi casa no tenía luz eléctrica, nos alumbrábamos con lamparita, no tenía radio, no tenía vitrola.
Usted está describiendo una sociedad muy distinta. Los líderes sindicales, por ejemplo, estaban al tanto de lo que ocurría no sólo aquí sino en el mundo. Actualmente, entrevistar a un líder sindical supone ceñirse estrictamente al pliego de reclamos...
- Sí, el aumento de salario y punto. En aquellos años González Prada iba a los centros obreros y daba conferencias para los obreros. Antes los dirigentes leían y se interesaban. Yo recuerdo, por ejemplo, que una vez entrevisté a Julio Portocarrero, uno de los patriarcas de Vitarte, y me contó que cuando se enteró que estaba ardiendo la Biblioteca Nacional de la avenida Abancay, él se paro enfrente y se le salieron las lágrimas. "Yo pensé: acá se esta yendo un tesoro de cultura, de la historia, de la lucha de nuestros antepasados", me dijo. Eso revela el nivel de afecto por la cultura. Además, los anarquistas no sólo acá sino en todo el mundo, eran grandes promotores de la cultura, tenían bibliotecas obreras.
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César Levano y Natalia
¿Cuándo cree que el Perú dejó de apostar por la cultura, por la educación?
- En las dictaduras. Me contó Juan Mejía Baca que tuvo una conversación con don Jorge Basadre, el gran historiador y maestro, y le dijo a don Jorge: "Maestro, estoy releyendo su obra ´Historia de la República´ para ver qué gobierno apoyó la cultura". Y Basadre le dijo: "No siga buscando. Ninguno".
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¿Usted cree que de alguna manera el sistema, el orden neoliberal, está satisfecho con esta sociedad que no cuestiona?
- Y que no piensa. El gran potentado de Televisa, Emilio Azcárraga, dijo en una entrevista: "La televisión no necesita que su público lea". Además, añadió generosamente: "El telespectador, cuando llega a su casa, está cansado de trabajar. ¿Para qué lo vamos a fatigar más haciéndolo pensar?". ¡Un filántropo! Azcárraga fue un gran promotor del analfabetismo popular.
Antes de dejar la política, quisiera preguntarle por el histórico enfrentamiento entre el comunismo y el Apra...
- Haya fue marxista leninista. Hay una correspondencia entre Haya y Pavletich, cuando Pavletich estaba en Méjico. Esteban Pavletich, un peruano de Huánuco, muy jovencito, a los 20 años fue miembro del Estado Mayor de Sandino en combate. ¡Un peruano de Huánuco! Y vivió en Méjico, enviado por Sandino, precisamente. Y Haya le escribe varias cartas que Pavletich me las entregó a mí para que yo las publicara. Yo se las di a un librero y ese librero se las dio a otra persona, pero esas cartas eran mías. Ahí Haya dice: "Somos comunistas, pero no podemos decirlo por el momento". Es cierto, Haya ha sido un gran farsante con suerte. Un farsante culto, por supuesto, y afortunado. Su "antiimperialismo" terminó rápido.
Ustedes, los comunistas, ven en el Apra a los traidores históricos.
- Hay un crítico norteamericano, Harold Bloom, que dice que toda gran poesía es profecía. Yo diría que todo gran pensamiento es profecía. Si uno se pone a pensar lo que está pasando ahora con la corrupción, piensa en lo que decía Manuel González Prada. Había puesto el dedo en la llaga...
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