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martes, 8 de febrero de 2022

Les Modernes 7

De acuerdo con los valores más extendidos, un objeto de deseo permanece como tal solo si se mantiene en la distancia. Para empezar, cuando hay contacto profundo uno deja de ser un objeto para convertirse en un ser humano, con todas las complejidades que eso implica. Esto influye en la economía libidinal de cada persona. La libido según Jung es energía psíquica (el kundalini oriental), de la cual contamos con un depósito limitado, y que puede encontrar distintas vías de salida. Si nos relacionamos con alguien a nivel físico, sin contar con sus intereses, deseos y sentimientos, ahorramos energía psíquica en un plano para focalizarla en otro. Este es el caso en el que tenemos sexo animal con alguien. La energía psíquica no encuentra otra salida que la meramente biológica, más básica y corporal, y la relación sexual es intensa en unos términos muy concretos. En cambio, cuando la persona a la que nos aproximamos despierta en nosotros sentimientos, la energía libidinal debe ser redistribuida para ser canalizada de otro modo y en más amplias direcciones. La libido encuentra nuevos focos para su aplicación: sentimentales, filiales, intelectuales, sexuales. A eso se debe que cuando estamos enamorados, el sexo sea diferente. Obviamente no es conocerse en una calle del centro y ponerse a follar en un portal a lo bestia, sino una versión más sublimada del acto sexual. Para algunos puede ser mejor o peor, allá cada cual. A mí personalmente me gustan todos los estilos. Se supone que si una persona cercana nos inspira cariño, ternura y amor, alguien distante y arrogante, que bloquea el camino de nuestro deseo, crea tensión sexual y apetito. Así, jugar con la propia identidad, hacerse altivo y filtrar la propia imagen es un modo de manipular economías libidinales ajenas para sacar usufructo y crear deseo en torno a nuestra persona.

Es común ver a gente que se conduce con altivez con el propósito de darse a valer. Existen personas que están «demasiado buenas» incluso para los objetos inanimados. Un día en el metro cerca de una zona de obras, me encontré con una mujer de cuerpo voluptuoso que andaba sobre sus tacones como un pato mareado y levantaba un Iphone (ahora elemento en la constelación sexy) con la muñeca doblada hacia atrás, su bolso entre antebrazo y bíceps. Antes de bajar por la escalera mecánica se encontró de cerca, aunque no del todo en su camino, con una pesada señal amarilla de obra que le resultó molesta y a la que dio un pequeño empujón para que cayese haciendo un ruido estrepitoso. Estuve a punto de reprochar su actitud desquiciada, pero me di cuenta de que estaba tan enajenada por condicionamientos y determinaciones sociales, tan obnubilada por la ideología y por el supuesto rol que debía desempeñar «una tía buena de verdad», que preferí callar. Por lo visto Bodybell le había convencido de no ser simpática, ¡ni con los objetos inanimados! Debo decir que también he visto a un hooligan o animal de bellota dar puñetazos a las puertas del vagón de metro por no abrirse lo suficientemente rápido, o a un joven vestido con una gabardina estilo Matrix abrir puertas automáticas con chasquidos de sus dedos haciendo una pantomima de la relación causa-efecto. Como diceRutger Hauer en Blade Runner (1982): «Yo he visto cosas que vosotros no creeríais». 

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Esta visión económica de la sexualidad se nutre de un estrato ideológico bastante profundo pero, a un nivel superficial, vinculado al discurso mediático. Para ilustrarlo hablaré del llamado follamiguismo, un invento del pensamiento positivo y la ideología  conformista que embellece la realidad circundante con sus filtros. En un contexto sexual como el de los modernos, vinculado al precio, la distinción, el estatus y los beneficios, el follamiguismo desinteresado y «puro» es improbable. Siguiendo a Bodybell, los amigos son «demasiado simpáticos» para ser objetos de nuestro deseo. Los follamigos no existen, si acaso hablaremos de amantes o de amigos que se han follado. Cuando tienes relaciones sexuales periódicas con otra persona se crea una intimidad sexual que necesariamente va más allá de la amistad. El nombre ha sido diseñado para satisfacer las mentes que se congratulan por ser tan libres y modernas; esas que regalan consoladores por los cumpleaños y se dan palmadas en la espalda por ser tan abiertas. Personas que, en muchos casos, reprimen su sexualidad real.

Normalmente ocurre que uno de los follamigos sufre en silencio su amor no correspondido mientras su supuesto amigo saca provecho de sus favores sexuales sin contemplación. Se habla de follamigos para aligerar la idea de la sexualidad, vinculándola a la amistad. Como si las satisfacciones, tensiones y conflictos derivados de la intimidad sexual se esfumasen con solo cambiar de nombre a las cosas: ¡Somos follamigos!

Este es uno de tantos dogmas que ocultan una flagrante contradicción. Vivo sometido a la ley de la oferta y la demanda pero a la vez se me dice que puedo tenerlo todo sin retribución. Que vivo en un mundo en el que es posible tomar un café sin cafeína, igual que el café tradicional; donde la leche no tiene leche; la Coca-Cola no tiene azúcar (que es como decir que el azúcar no tiene azúcar); en el que la cerveza «sin» vale tanto como la «con»; en el que puedo pillarme borracheras sin resaca; o en el que follar con preservativo es tan placentero como follar sin él (en esto soy yo más papista que el papa y solo en una cosa coincido con Manuel Fraga Iribarne: «¡Sin condón!»). Un profesor de Antropología Filosófica me comentaba que en un viaje al Amazonas al sentarse en una cafetería escuchó a dos turistas exclamar: «Esto es lo mejor, aventuras, ¡pero sin peligro!».

Hay que decir que en este mundo nada es light. En la vida hay que pagar el precio íntegro de todo lo que hacemos. Nos vemos obligados a pasar por distintas y difíciles transiciones vitales; tomamos decisiones irreversibles que determinan nuestras vidas en  términos absolutos; en muchas ocasiones nos vemos abrumados por las circunstancias, nuestra voluntad constreñida entre la espada y la pared. Crecemos, sufrimos, disfrutamos, decaemos, nos corrompemos y morimos. Esta vida es un «ser para la muerte» que consiste en deslizarse inexorablemente hacia un abismo seguro y ningún anuncio de Leche Pascual, ni ninguna gruesa máscara de botox van a impedir que miremos la vida de frente cuando así lo requiera. Lo light y descafeinado sólo existen en la mente del biempensante, que piensa más bien poco, para vivir engañado y escapar así de su angustia existencial. Si quieres sintonizar con la ideología, ya sabes, piensa poco y acertarás. Aquí todo se paga, señores, ¡nada es gratis!

IÑAKI DOMÍNGUEZ.
"Sociología del moderneo"

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barbarismos

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El Comité empezó a ser acosado por la policía. Hipólito Salazar, que había fundado la Federación Indígena Obrera Regional Peruana, fue deportado. Urviola enfermó de tuberculosis y falleció el 27 de enero de 1925. Cuando enterraron a Urviola varios dirigentes de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo no pudieron asistir a su velatorio en el local de la Federación de Choferes, en la calle Sandia. El sepelio fue multitudinario. Los ejércitos particulares de los hacendados se dedicaron a quemar las escuelas que el Comité había abierto en diversos puntos del interior del Perú y persiguieron también a sus alumnos y profesores. Antes de la sublevación de Huancané de 1923, fusilaron a tres campesinos de Wilakunka solo porque asistían a una de estas escuelas. El año siguiente, durante una inspección que realizó a las comunidades de Huancané, el Obispo de Puno, Monseñor Cossío, constató la acción vandálica de los terratenientes que habían incendiado más de sesenta locales escolares. No contentos con quemar las escuelas que organizaba el Comité y asesinar a sus profesores o alumnos, los gamonales presionaron a las autoridades locales para que apresen a los delegados indígenas y repriman a los campesinos que los apoyaban. Entre 1921 y 1922, diversos prefectos y subprefectos perpetraron crímenes y atropellos. Hubo casos donde fueron los mismos gamonales los que se encargaron de asesinar a los delegados de la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo. Domingo Huarca, delegado de los comuneros de Tocroyoc, departamento del Cusco, quien había estado en Lima tramitando memoriales, fue brutalmente asesinado. Los gamonales primero lo maltrataron, después le sacaron los ojos y finalmente lo colgaron de la torre de una iglesia. Vicente Tinta Ccoa, del subcomité de Macusani, en Puno, que fue asesinado por los gamonales del lugar. En agosto de 1927, la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo dejó de funcionar luego que, mediante una resolución suprema, el gobierno de Leguía prohibió su funcionamiento en todo el país. Gran parte de la promoción de líderes indígenas que se forjó con la Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo engrosó los nuevos movimientos sociales que iban a desembocar en la formación del Partido Comunista y el Partido Aprista. Fueron los casos de Ezequiel Urviola, Hipólito Salazar y Eduardo Quispe y Quispe, que fueron atraídos por la prédica socialista de José Carlos Mariátegui; o de Juan Hipólito Pévez y Demetrio Sandoval, que se acercaron a Víctor Raúl Haya de la Torre y el Partido Aprista. En 1931, después del derrocamiento de Leguía y la muerte de Mariátegui, el Partido Socialista, convertido en Partido Comunista, lanzó la candidatura del indígena Eduardo Quispe y Quispe a la Presidencia de la República. HÉCTOR BÉJAR.

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realismo capitalista peruano, ¡ja, ja!

rojo 2

es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo

En tercer lugar, un dato: una generación entera nació después de la caída del Muro de Berlín. En las décadas de 1960 y 1970, el capitalismo enfrentaba el problema de cómo contener y absorber las energías externas. El problema que posee ahora es exactamente el opuesto: habiendo incorporado cualquier cosa externa de manera en extremo exitosa, ¿puede todavía funcionar sin algo ajeno que colonizar y de lo que apropiarse? Para la mayor parte de quienes tienen menos de veinte años en Europa o los Estados Unidos, la inexistencia de alternativas al capitalismo ya ni siquiera es un problema. El capitalismo ocupa sin fisuras el horizonte de lo pensable. Jameson acostumbraba a detallar con horror la forma en que el capitalismo penetraba en cada poro del inconsciente; en la actualidad, el hecho de que el capitalismo haya colonizado la vida onírica de la población se da por sentado con tanta fuerza que ni merece comentario. Sería peligroso y poco conducente, sin embargo, imaginar el pasado inmediato como un estado edénico rico en potencial político, y por lo mismo resulta necesario recordar el rol que desempeñó la mercantilización en la producción de cultura a lo largo del siglo XX. El viejo duelo entre el détournement y la recuperación, entre la subversión y la captura, parece haberse agotado. Ahora estamos frente a otro proceso que ya no tiene que ver con la incorporación de materiales que previamente parecían tener potencial subversivo, sino con su precorporación, a través del modelado preventivo de los deseos, las aspiraciones y las esperanzas por parte de la cultura capitalista. Solo hay que observar el establecimiento de zonas culturales «alternativas» o «independientes» que repiten interminablemente los más viejos gestos de rebelión y confrontación con el entusiasmo de una primera vez. «Alternativo», «independiente» yotros conceptos similares no designan nada externo a la cultura mainstream; más bien, se trata de estilos, y de hecho de estilos dominantes, al interior del mainstream.
Nadie encarnó y lidió con este punto muerto como Kurt Cobain y Nirvana. En su lasitud espantosa y su furia sin objeto, Cobain parecía dar voz a la depresión colectiva de la generación que había llegado después del fin de la historia, cuyos movimientos ya estaban todos anticipados, rastreados, vendidos y comprados de antemano. Cobain sabía que él no era nada más que una pieza adicional en el espectáculo, que nada le va mejor a MTV que una protesta contra MTV, que su impulso era un cliché previamente guionado y que darse cuenta de todo esto incluso era un cliché. El impasse que lo dejó paralizado es precisamente el que había descripto Jameson: como ocurre con la cultura posmoderna en general, Cobain se encontró con que «los productores de la cultura solo pueden dirigirse ya al pasado: la imitación de estilos muertos, el discurso a través de las máscaras y las voces almacenadas en el museo imaginario de una cultura que es hoy global». En estas condiciones incluso el éxito es una forma del fracaso desde el momento en que tener éxito solo significa convertirse en la nueva presa que el sistema quiere devorar. Pero la angustia fuertemente existencial de Nirvana y Cobain, sin embargo, corresponde a un momento anterior al nuestro y lo que vino después de ellos no fue otra cosa que un rock pastiche que, ya libre de esa angustia, reproduce las formas del pasado sin ansia alguna.
La muerte de Cobain confirmó la derrota y la incorporación final de las ambiciones utópicas y prometeicas del rock en la cultura capitalista. Cuando murió, el rock ya estaba comenzando a ser eclipsado por el hiphop, cuyo éxito global presupone la lógica de la precorporación a la que me he referido antes. En buena parte del hip hop, cualquier esperanza «ingenua» en que la cultura joven pueda cambiar algo fue sustituida hace tiempo por una aceptación dura de la versión más brutalmente reduccionista de la «realidad». «En el hip hop», escribió SimonReynolds en su ensayo de 1996 para The Wire :
«Lo real» tiene dos significados. En primer lugar, hace referencia a la música auténtica que no se deja limitar por los intereses creados y se niega a cambiar o suavizar su mensaje para venderse a la industria musical. Pero «real» también es aquella música que refleja una «realidad» constituida por la inestabilidad económica del capitalismo tardío, el racismo institucionalizado, la creciente vigilancia y el acoso sobre la juventud de parte de la policía. «Lo real» es la muerte de lo social: es lo que ocurre con las corporaciones que, al aumentar sus márgenes de ganancia, en lugar de aumentar los sueldos o los beneficios sociales de sus empleados responden […] reduciendo su personal, sacándose de encima una parte importante de la fuerza de trabajo para crear un inestable ejército de empleados freelance y demedio tiempo, sin los beneficios de la seguridad social.


MARK FISHER.

perú post indie

Haz el ejercicio de pasear una tarde por la plaza del Cuzco, siéntate a la vera de su fuente y distinguirás entre cuzqueños, entre las decenas de argentinos hippies (muchos realmente insoportables), unos cuantos chilenos y de esa pléyade de "gringos" -que vienen dispuestos a ser estafados, bricheados, etc-, a unos curiosos especímenes: los limeños.
Contrariamente a lo que creemos los hijos de esta tierra, lo primero que nos delatará será nuestro "acento". Sí, querido limeño, tenemos acento, un acentazo como doliente, como que rogamos por algo y las mujeres, muchas, además un extraño alargamiento de la sílaba final. Pero lo que realmente suele llamarme la atención es la manera como nos vestimos para ir al Cuzco, porque, el Cuzco es una ciudad, no el campo. Tiene universidades, empresas, negocios, etc. Siin embargo, casi como esos gringos que para venir a Sudamérica vienen disfrazados de Indiana Jones o su variante millenial, nosotros nos vestimos como si fuésemos a escalar el Himalaya. Ya, es verdad que el frío cuzqueño puede ser más intenso que el de la Costa -aunque este invierno me esté haciendo dudarlo- pero echa un vistazo a todo tu outfit: la casaca Northfake, abajo otra chaquetilla de polar o algo así de una marca similar, las botas de montañista, tus medias ochenteras cual escarpines, todo...
Y es que esa es la forma como imaginamos la Sierra: rural, el campo, las montañas, aunque en el fondo no nos movamos de un par de discotecas cusqueñas. Es decir, bien podrías haber venido vestido como en Lima con algo más de abrigo y ya; pero no, ir al Cuzco, a la sierra en general es asistir a un pedazo de nuestra imaginación geográfica que poco tiene que ver con nuestros hábitos usuales del vestido, del comportamiento, etc. Jamás vi en Lima a nadie tomarse una foto con una "niña andina" como lo vi en Cuzco y no ha sido porque no haya niños dispuestos a recibir one dollar por una foto en Lima, pero es que en Cuzquito (cada vez que escucho eso de "Cuzquito" me suda la espalda) es más cute. Ahora, sólo para que calcules la violencia de este acto, ¿te imaginas que alguien del Cuzco -Ayacucho, Huancavelica, Cajamarca o hasta de Chimbote- viniese y te pidiera tomarse una foto con tu hijita, tu sobrino, o lo que sea en Larcomar para subirlo a Instagram o al Facebook? ¿Hardcore, no?


FRED ROHNER
Historia Secreta del Perú 2

as it is when it was

sonido es sonido

sonido es sonido

pura miel

nogzales der wil

RETROMANÍA

"...Pero los 2000 fueron también la década del reciclado rampante: géneros del pasado revividos y renovados, material sonoro vintage reprocesado y recombinado. Con demasiada frecuencia podía detectarse en las nuevas bandas de jóvenes, bajo la piel tirante y las mejillas rosadas, la carne gris y floja de las viejas ideas... Pero donde lo retro verdaderamente reina como sensibilidad dominante y paradigma creativo es en la tierra de lo hipster, el equivalente pop de la alta cultura. Las mismas personas que uno esperaría que produzcan (en tanto artistas) o defiendan (en tanto consumidores) lo no convencional y lo innovador: ese es justamente el grupo más adicto al pasado. En términos demográficos, es exactamente la misma clase social de avanzada, pero en vez de ser pioneros e innovadores han cambiado de rol y ahora son curadores y archivistas. La vanguardia devino en retaguardia." SIMON REYNOLDS Retromanía

kpunk

las cosas como son

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las cosas como son II

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