Estos días he sido atacado impunemente por hackers. Inescrupulosos que se han encargado de eliminar mi cuenta en Facebook, ocasionando leve daño al alcance de mis publicaciones y activismo. Sucedió justo después de publicar un post contra los fachas de la escena oscura y cuando días antes había expresado que tendría que ser necesario que nos maten a todos para que aplaquen la sempiterna disidencia. Parece que se lo tomaron a pecho.
Como uno no está en esto desde hace 5 o 10 años sino la vida entera, tales escaramuzas son gajes del oficio, galones demás a una escarpada carrera.
No deja de ser sintomático que en la escena quienes casi no han expresado una posición firme contra la podre fascista o lo hagan tangencialmente -con pudor- sean los más exitosos, en términos de billete y marketing. En estas lizas vemos quién es quién. Y por ello doy gracias al kosmos que las máscaras se hayan caído ya.
Este asunto de los hackers en mi cuenta de Facebook y en el cual no he sido el único afectad@ -días posteriores he comprobado que otras colegas de la izquierda y las contraculturas han sido atacadas-, me recuerda el 2006 cuando tomé la decisión de tirarme de la Costa Verde y sustraerme de este planetita. Felizmente o no, no pude concretar exitosamente dicho acto y sigo acá. He realizado innumerables proyectos desde entonces. Pero esa noche, minutos antes de saltar entré a mi blog, seguramente en una cabina callejera, y redacté un testamento –“Desde los más altos cielos”- así todo acicateado por las sustancias y pepas, donde expreso sentimientos que refrendaré siempre: el sinsentido de esta comedia y la pasión por la espiritualidad, la música y la filosofía.
Ha sido por ello, porque en el fondo no creo que lo que uno inventa, da o crea dependan u obtengan sentido de las redes, que no me tomaré la molestia de recuperar mi cuenta, ni las de mis páginas ya perdidas. Si volvieran a hackearme, me cagaría de la risa y renacería como fénix que soy desde hace calendas.
Los fachos, felipillos, corruptos e insensatos son mayoría y cuentan con el miedo y el apego a la conveniencia de los siempre sobrantes. Algunos, sin embargo, estamos marcados a fuego por el éter, entonces así nos ofrezcan mil placeres o billetes no podrán comprarnos ni sojuzgarnos. Nunca jamás.
La jodida realidad apabulla, sí. Pero nosotros también y tenemos miles de tentáculos con que crear estrellas luminosas. Tus sueños o ellos.
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