45 minutos de ambient jazz para confortar nuestra psique. Una medicina de medio tiempo para desvanecer.
A menudo me he llevado decepciones de las novedades de Warp así como de ese otro reputado sello, 4AD, imposible olvidar tropezones melómanos como Battles o The National. Si bien los tiempos al uso no son aquellos en los que forjaron su gloria, de tanto en tanto no dejan de publicar supremos documentos.
Nala Sinephro de 28 años, criada en las afueras de Bruselas por una madre belga y un padre con raíces en Martinica y Guadalupe, cuyo segundo opus ha acariciado nuestro ser hoy, es culpable de una alucinante y divinal aleación de jazz y electrónica cósmica. Aquella por la que muchos pagarían el oro y el moro por presenciar. Música y sonidos ideales para meterte un sampedro en una casa de campo o en la playa y dedicarte a flotar, divagar, ser y salir de este mundo cartesiano de m. Ya mucho ya.
En los tracks de este "Endlessness", significativamente intitulados "Continuum 1, 2,...", la capa congrega invitados que aportan a su sonido, psicodélico ciertamente, venas jazzísticas recurriendo a vientos, cuerdas y ritmos. Algunos de estos músicos son Sheila Maurice-Grey de Kokoroko en trompeta, Natcyet Wakili (percusiones), Nubya Garcia y James Mollison de Ezra Collective (saxofones) y Morgan Simpson de Black Midi en la teba. A todo Nala lo cubre de arpegios con su modular, produciendo un álbum de florituras y juegos jazzy ambientales. Una "infinitud" que funcionará perfecto como bucle para sanarte al estilo de la new age de moda pero también como prueba de que hasta la música y sonidos melodiosos y poppys, sin transgresiones ni ruidismos, puede llevarte al nirvana.
Superior en mi opinión, y por lejos, al cacareado "Promises" (Luaka Bop, 2021) de Floating Points, The London Symphony Orchestra y Pharoah Sanders. Nunca le creas al marketing.
Wilder Gonzales Agreda.
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