La obra de una formación insólita de breve trayectoria. Entre 1981 y 1984, Décima Víctima se atrevieron con un sonido personal, a pesar de las notorias y fecundas influencias del after-punk británico. Con una producción de dos LPs, un maxi, dos EPs y tres singles, su legado se ha mantenido vivo en la música de otros grupos posteriores que, en algún momento, han rescatado su impronta: Family, Los Panetas, Sr. Chinarro, El Último Vecino... En diciembre de 2010, Munster recopiló su trayectoria en esta caja de tres LPs: los dos álbumes originales, “Décima Víctima” (1982) y “Un hombre solo” (1984), y el inédito “Los que faltan”, compilación de las canciones desperdigadas en los formatos pequeños. José Manuel Caturla elogió aquí este rescate.
Extraído de Rock de Lux (Enero 2011)
El grupo de Carlos Entrena (voz), Lars (guitarra) y Per Mertanen (bajo), y del desaparecido en 1999 José Brena (batería), con Paco Trinidad en la producción, fue lo mejor, y posiblemente lo más incomprendido, que dio España en términos de rock alternativo entre los años 1981 y 1984 (ya por aquel entonces sin demasiada alternativa). Supongo que seguidores, si es que queda alguno con ganas, de gente como Derribos Arias y Parálisis Permanente, o de bandas de segunda generación y similar sensibilidad como Golpes Bajos y Claustrofobia, tendrían algo que decir al respecto. Pero admitiendo que no todo lo que hizo el cuarteto madrileño-sueco fue indiscutible, es obvio que su nivel escaló de excelente a mint en apenas tres años con unas referencias musicales tan inesperadas como Duane Eddy, Morricone o los New Order de “Movement” (1981). La realidad interrumpió, empero, su momento álgido. Quizás oportunamente, quién sabe. En cualquier caso, no creo que cansados de bostezar.
Munster, con permiso limitado de Warner Music/DRO a seiscientas copias, hace por fin justicia al olvido en el que han estado sumidos Décima Víctima durante más de veinticinco años. Un océano de oportunismo mercantil (el de segunda mano) y ausencia discográfica solo interrumpida puntualmente en 1991 con la versión que hicieron del tema “Europa” junto a Derribos Arias para el homenaje a Poch “El chico más pálido de la playa de Gros”, y en 1994 con “Resumen”, un interesante recopilatorio diseñado gráficamente por un alumno aventajado de Entrena llamado Javier Aramburu (Family), quien, por cierto, llegó a versionar junto a Fangoria la genial “El signo de la cruz” en un flexidisc de 1992.
El diseño de la presente reedición ha corrido a cargo de Lars Mertanen con la ayuda de su hermano Per y de Entrena. Los tres han colaborado también estrechamente en unos textos que abarcan toda la información relevante del grupo, incluida una lista completa de conciertos. La caja consta de tres LPs en vinilo negro: los dos originales, sin añadidos, conservando sus diseños primigenios, y un tercero, apropiadamente titulado “Los que faltan” (con un borroso Brena en la portada), que reúne el resto de temas desperdigados en otros formatos (entre ellos, el hit de culto “Tan lejos”), además de dos maquetas (una de ellas, “El sueño”, ya apareció en “Resumen” como bonus track), y un inédito, “Bajo un cielo abierto”, última canción compuesta por la banda. El sonido de todos los temas ha sido mejorado, algo que se aprecia en las primeras grabaciones. Así, canciones como “Fe en ti mismo”, “Desde el acantilado” y “Decisión”, de “Décima Víctima” (1982), han cobrado brillo a pesar del exceso de flanger.
Para “Un hombre solo” (1984), los Mertanen y compañía dejaron el artificio para edificar arte, mejorando su propio estilo hasta niveles solo esbozados con anterioridad. Entrena depura su dicción. Las historias se imponen a las sensaciones, la realidad a los sueños, la esperanza a la depresión. “Un hombre solo” aborda los itinerarios de la soledad, el abandono y otros temas de la existencia sin sombra de afectación, con un castellano sencillo y poético, preciso y maduro, sin flecos siniestros, con sinceridad... aldeana. Algo solo reservado a los más grandes. La envolvente y rotunda maquinaria rítmica de los músicos ejecuta con concisión unas melodías circulares, abrasivas y, al fin, demoledoras. Grabado seis meses después de la disolución del cuarteto, Décima Víctima cerraron su historia de forma semejante a Joy Division, es decir, con una obra maestra post mórtem (¡y mejor vestidos!). Aunque a diferencia de “Closer” (1980), en “Un hombre solo” se entremezclan comienzo y final.
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