Definieron el cambio de siglo y sus ritos y modelaron una música para perderse en ella sin abandonarse a la experiencia.
Tenían varios alias; cosas del techno. Pero entre 1992 y 1997, bajo el nombre artístico de Maurizio, los alemanes Mark Ernestus y Moritz Von Oswald publicaron siete discos. En total, dieciséis pistas, dos en cada vinilo -excepto en el primero, "Ploy" (1992), con cuatro cortes-, en las que triangularon las tradiciones recientes de Alemania, Detroit y Jamaica. Muchas de esas grabaciones no tenían ni título, solo un número. Y aún así, esos siete discos fueron suficientes para esculpir un sonido insólito, distinto a todo lo oído hasta entonces, enormemente influyente en lo que vendría después y perfecto como retrato de su tiempo.
Maurizio definieron el cambio de siglo, sus aspiraciones, sus ritos. Modelaron una música para perderse en ella sin abandonarse por completo a la experiencia; una música siempre igual, pero estimulante, que cambia permanentemente de forma casi imperceptible. Un pulso constante que apela al cuerpo y al intelecto, al impulso de moverse y a la necesidad de racionalizar lo vivido.
Para su despedida, "M", seleccionaron ocho de esas dieciséis piezas más una mezcla inédita, las recortaron para ajustarlas al minutaje máximo admitido por un CD y dieron forma a la recopilación que los llevó más allá del círculo de iniciados y DJs y que aún hoy es una obra insuperada.
ROGER ROCA
Extraído de Rock de Luxe 300
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